Ya han pasado 12 años desde que yo cumplíera mis 18 años y estuviera apunto de entrar en el instituto donde le conocería y pasaría a ser ese alguien tan importante para mí y ese alguien con quien tan feliz fuí.
Entrar en un instituto normal era uno de mis sueños, pues desde muy pequeña siempre supe que valía mucho para estudiar por las grandes notas que sacaba en la EGB, ya que mis notas rondaban entre los sobresalientes y los notables, por lo que nunca quise que por tener una minusvalía me prohibieran hacer lo que más deseaba hacer y que no era otra cosa que ir al instituto para posteriormente poder acceder a la universidad y cursar cualquier carrera.
Mi entrada en ese centro de integración no fue nada fácil para nadie, debido a que la directora del centro me prohibía la entrada, ya que según ella mi minusvalía era una profunda amenaza para el centro por lo que me pudiera pasar y desgraciadamente en aquella época solo había una cuidadora para 5 minusválidos.
Pero tanto mis padres como yo nunca nos rendimos y ambos luchamos a muerte por conseguir lo que por Ley me pertenecía como a cualquier otra persona.
Todo el mundo tanto los que me conocían como los que no jamás dieron un duro por mí, puesto que la gente se pensaba que solo iba a durar 3 días en ese centro por la presión a la que me iban a sosmeter en todos los sentidos, pero para sorpresa de todas esas personas incluyendo a mi familia duré 6 años y si en un principo entre por la puerta de atrás, al menos conseguí salir por la puerta grande y con un bachillerato económico debajo de mi brazo que me daría parte del deseado acceso a la universidad.
Durante esos 6 años tuve que aguantar todo tipo de adversidades o barreras, la verdad es que a día de hoy y gracias a mi buena memoría sigo acordándome de todo lo que me tocó vivir allí, pero sinceramente son tantas las cosas buenas como malas, que las malas no merecen la pena contarlas y ni recordarlas.
También cabe destacar que esta entrada no va exclusivamente dedicada a mi paso por el instituto, sino que más bien va dedicada a él, a lo que todo el mundo llámamos nuestro primer amor, pero dado que todo se desarrolla en el mismo sitio y en el mismo año, pues he decidido poner algo breve del instituto como si de una pequeña y escasa introducción se tratará.
La verdad es que no sé por donde empezar a hablar de él, creo que hay tantas cosas que puedo llegar a contar de él, que desgraciadamente sería una historia interminable o que ocuparía miles de páginas hasta llegar a formar un diario sacando las lágrimas a más de una persona e incluso podría resultar aburrido por lo largo que pudiera ser.
Pero como solemos hacer en todos los casos en los que escribimos cosas en un blog o en un diario, voy a procurar ser lo más breve posible escribíendo lo que para mí fue lo más importante del tema y lo que hace que nunca le haya olvidado hasta llegar al punto de no volver a querer saber nunca nada más de él.
Yo tenía 18 años y él tan solo tenía 15 años; se trataba de un chico moreno muy tímido de aproximadamente 1’80 de altura, bastante delgadito y fuerte a la vez.
Recuerdo que él estaba sentado a mi derecha, pero debido a su timidez no hablaba con nadie de la clase y ni nadie de la clase se atrevía a hablarle a él, excepto yo, pues desde muy pequeña he sido una chica muy habladora y abierta a todo el mundo, por lo que tanto silencio no me gustaba y la verdad es que quería cambiar esa situación a toda costa, pero a lo primero no sabía ni como empezar y ni por quien empezar de los 25 alumnos que éramos en esa clase.
Llego el día en el que por fin supe por quien empezar y de que forma hacerlo para no atacar a nadie con mis palabras o con mis intenciones y la verdad es que a día de hoy sigo pensando que tal como estaban las cosas hice una buena labor, ya que no podemos negar que ibamos a ser compañeros y que como tal todos deberíamos de tener un cierto diálogo con todos incluyendo al profesorado.
Empecé por hablarle a él cada vez que llegaba a clase por la mañana o se levantaba de su mesa entre clase y clase para salir al pasillo a tomar un poco el aire, pero me lleve una gran sorpresa al descubrír en sus ojos que detrás de esa máscara de chico tímido se escondía un gran corazón y una bellísima persona.
A medida que iba pasando el curso nos fuimos relacionando más los unos con los otros hasta llegar al punto de hacernos muy buenos amigos los unos de los otros, pero lo que nunca imaginábamos nadie (o al menos yo) es que al finalizar el curso cada uno de nosotros íbamos a tomar caminos distintos hasta llegar al punto de separarnos y de no volver a saber nada más los unos de los otros.
Aunque dicen que la distancía es el olvido y que el tiempo cura las cenizas del amor, él es una de las 24 personas (de los 25 que éramos) que tuve en esa clase que nunca olvide al 100% y de quien más me he acordado en muchas ocasiones a lo largo de mi vida.
Creo que todo esto se debe a que me enamoré de él, o a que al menos no solo me gustaba demasiado, sino que además era quien más me ayudaba a ponerme los libros encima del atril cuando la cuidadora no estaba dentro de la clase, también era a quien yo más ayude con las tareas de clase, pues muchas veces le fotocopiaba los trabajos para evitarle tener que hacerlos y como no, también fue a quien a espaldas de los profes le chivaba todo lo de la pizarra y si esto último no lo hacía el resto de la clase en parte era porque yo estaba en la primera fila detrás de la pizarra con lo que le facilitaba el que me pudiese oír mejor por muy bajo que yo le hablase y recuerdo que en más de una ocasión aprobo un examen (el de Tecnología) gracias a este pequeño y gran detalle por mi parte.
Lo peor de toda esta historia es la envidía tan sana que nos pudieron llegar a cojer tanto nuestros compañeros como algunos de los profesores, debido a que algunos de nuestros compañeros no paraban de reirse con la broma de que si él estaba por mí y de que si yo estaba por él, pero lo cierto es que las risas de los profesores fue una de las cosas que peor pude llevar, dado que las rísas de la clase las veía normal porque al fin de cuentas al igual que nosotros 2 ellos también eran unos críos, pero las rísas de los profesores fue algo que nunca entendí, pero me sirvieron para darme cuenta de que hasta los mismo adultos en ocasiones no tienen ni vergüenza y pese a todo esto hay que destacar que desgraciadamente ninguno de los 2 supimos de nuestra propia boca hasta que punto nos queríamos o nos gustábamos, pues tal fue la presión a la que quizás los 2 nos vimos sometidos y a nuestra inmadurez por ser aun unos críos, que a la hora de la verdad no fuímos capaces de decirnos nada, aunque bien era cierto que en el fondo nunca lograron separarnos, como también es cierto que yo discutí mucho con la que era una de mis mejores amigas dentro de la clase (Raquel) cuando descubrí que se lo soltó todo sin mi permiso y que él a veces demostraba que le daba mucho miedo a que a mí me pasará algo malo dentro del aula, como aquel día en el que me pinché la rueda de atrás de mi silla sin querer con una chincheta de estas que se ponen en los tablones para colgar anuncios y la silla andaba como si estuvíera coja.
Cuando acabo el curso nos seguiamos viendo en algún que otro recreo, conocí a 2 de sus nuevas compañeras con las que me llegué a llevar tan bien que me pase muchos recreos con ellas, la verdad es que no sé que fue lo que él las llego a contar de mí, pero lo cierto es nunca se metieron conmigo y ni siquiera intentaron separarme de él.
Aunque lo más bonito de todo fue el pequeño y gran detalle que tuvo conmigo cuando ya no estabámos en la misma clase, puesto que un día en los que tuvo clase de música se acordó de que cuando estabamos en 3º e ibamos a clase de música el profesor les hacía ir muy bien vestidos a todos para enseñarles a bailar un tango y ese día él llevaba puesto un traje de su padre que a mí me encantaba como le quedaba de bien, por lo que tuvo el detalle de entrar en mi clase con 2 ex compañeros más antes de salir para que yo le viera con dicho traje y aun recuerdo la cara de asombrado que puso un profesor cuando le vió entrar al aula y tras preguntarle que a había ido, él le contesto que a verme, en eso que como la clase ya había acabado, pues el profesor se fue del aula y nosotros 4 nos quedamos hablando durante 3 minutos.
Si a día de hoy hay algo de lo que me arrepiento es de no haberle preguntado nunca sus sentimientos hacía mí y de no haberle dicho jamás que él no solo me gustaba, sino que encima le quería muchísimo y que estando con él no solo era muy feliz, sino que además me llenaba de fuerzas para seguir adelante con mi vida tanto a nivel personal como a nivel de estudiante y posteriormente me hice tan fuerte interiormente que era capaz de aguantar cualquier palo que me dierán o que me intentarán dar.
Ahora hace 5 meses (desde Diciembre) que nos hemos vuelto a hablar, la verdad es que en parte el primer paso lo dí yo, desconozco que fue lo que realmente me llevo a hacerlo, pero a veces pienso que pudo influir nuestro encuentro en la calle hace 3 años, ya que para ir al curso de Photoshop tenía que pasar por el bar donde trabajaba y un día de los que iba a clase con mi madre él salió del bar corriendo para saludarme, pero lo que si sé es que a la hora del dar ese primer paso para volver a hablarnos me deje llevar por mi corazón como siempre suelo hacer en muchas ocasiones y lo cierto es que para lograr localizarle necesite una herramienta de búsqueda y que no fue otra que internet, pues tuve que entrar en la web de páginas amarillas para localizar el teléfono del bar de sus padres donde al parecer él se puso a trabajar tras acabar 4º de la ESO y de esta forma poder llamarle cualquier día.
Hace poco le conté toda esta historia a mi mejor amigo, creo que le sorprendio mucho todo lo que le dije y una de las cosas que me aconsejo fue que salga de dudas en el sentido de que quizás ahora sea el momento adecuado para que le pregunte que era lo que realmente sentía por mí en aquel momento y resuelva las dudas que él pueda tener con respecto a mis sentimientos hacía él, pero lo cierto, es que pienso que no merece la pena remover ese pasado, más que nada porque él ahora lleva un año con una chica y en el fondo de mi corazón yo aun no he olvidado a mi ex (mi novio de hace 3 años) y al que a día de hoy no he dejado de amar.
Espero y deseo que esta vuelta sea el comienzo de una larga y sincera amistad entre mi primer amor y yo, no obstante también deseo que después de estar 12 años sin saber nada el uno del otro nos haya servido para madurar como 2 verdaderos adultos y que ahora ya tengamos la fuerza que no tuvimos en su momento para luchar contra todas aquellas personas que su día quisieron separarnos y contra las que vengan en un futuro.
Si algún día él llega a leer esta entrada espero que en parte le sirva para entender lo mucho que le quise, lo mucho que hubiera luchado por nosotros de haber llegado a saber de su boca si él me quería, también deseo que esta entrada no sea nuestro fin y que por muy emotiva y sincera que pueda llegar a parecerle esta entrada deseo que no le haga llorar.
Por todo esto, por muchas cosas más y por todo lo que le quise en sus días y muy en especial para acabar con esta larga y emotiva entrada, solo le diré 5 palabras: “NUNCA ME OLVIDARÉ DE TI”.
La cuesta de un sueño
-
Creo que ayer te ví.
Venías corriendo
por la cuesta de un sueño
sonriendo de ilusión,
convertida en hada;
traías la cálida ternura
de un amanecer
en la mi...
Hace 4 horas
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